Hasta luego Papá

El sonido de la sirena llenó el aire, despertando al vecindario. Benedito escupió sangre sobre la grava salpicando los pies del cadáver de su esposa. Se quedó allí y esperó a que llegara la policía, con la respiración pesada. Las cortinas se movieron alrededor de la ventana de la casa cuando el coche de la policía llegó al fin. Benedito se volvió y saludó con la mano a su hija antes de caminar hacia el coche, con los brazos en alto. La niña abrió la ventana y gritó: "Hasta luego Papá"

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