Demasiado a menudo perdemos de vista
de los placeres simples de la vida. Recuerda que cuando alguien te
molesta, se necesitan cuarenta y dos músculos para fruncir el ceño, pero sólo
hacen falta cuatro músculos para extender el brazo y dar una colleja bien dada.
Personas y libros
Así como algunos libros son para entenderlos y otros para
interpretarlos, con las personas ocurre que algunas son para entenderlas y
otras para evitarlas.
La verdad
El que necesita una verdad está muy cerca de
aceptar la primera mentira que lo satisfaga, decía Jacinto
Benavente
Entre españoles
Conversación con otro español en
Perú:
- ¿Así que eres valenciano?
- Sí.
- Pues no se nota.
- Ya. Es que no tengo mucho
acento.
- No, lo decía porque pareces
simpático.
- Vaya hombre.
- A ver, no es que me caigan mal los
valencianos y los catalanes, pero me toca los cojones esa manía de hablar en su
dialecto.
- Adéu.
La estatua de Chillida
Cuando en el
pueblo hubo una plaga de ratas, conseguimos espantarlas cogiendo una
especialmente gorda que, al ser soplada por el culo, profería grotescos
chillidos. Por este motivo, a la rata se le dio el nombre de Chillida, y cuando
murió se le hizo una estatua. Desde entonces, en el pueblo tenemos una
escultura de Chillida en honor a tal acontecimiento. Se me ocurre que podría
continuar la historia, pero debido a un malestar general en el codo, he de
ausentarme. Sepan ustedes perdonarme. O mejor, sepan ustedes a chorizo ibérico,
que es señal de que están saludables y bien comidos.
Impuntualidad
Tengo un amigo
impuntual. Su caso es tan grave que, cuando habla, su boca tarda unos diez
segundos en moverse. Ahora me lo llevo conmigo a las sedes de los partidos
políticos, pedimos una cita y miramos fijamente al representante ciudadano
mientras éste escucha alto y claro “calvocabrón”, mientras observa
desconcertado su alrededor.
Terremotos a mí
La otra noche desperté de
madrugada porque la cama se movía de un lado a otro.
Cuando esto pasa lo único que se te ocurre pensar es que:
Cuando esto pasa lo único que se te ocurre pensar es que:
a) Estás convulsionando en
sueños.
b) Has sufrido una posesión
diabólica.
c) Estás convulsionando en sueños
porque has sufrido una posesión diabólica.
Entonces salí al pasillo y un
compañero del hostal me dice que ha habido un pequeño terremoto, que esté
tranquilo, que en Perú es habitual.
Pues sabéis qué, que cuando te
miras en el espejo y compruebas que no estás echando espumarajos por la boca
con los ojos en blanco mientras recitas versos en arameo, un terremoto te parece
bien poca cosa.
Burocracia
Mierda de burocracia. Podemos ser muy hábiles e inteligentes en muchas cosas pero
increíblemente ineptos en otras… es la naturaleza humana, supongo.
Pensamientos
Si ordenar viene de orden; ¿Ordeñar de dónde viene?
En estos pensamientos andaba cuando comencé a sacar humo por la cabeza.
Amarse
Si la falta de afecto te comienza a destruir, entonces
podrás detenerla sabiendo que nadie podrá amarte como te amarías a ti mismo.
Un tiburón crudo
Hoy he estado en una playa del Pacífico. A juzgar por el tamaño de las olas, quien le puso el nombre a este océano (no sé si sería Magallanes) estaba fumado. El caso es que en un momento dado la gente ha salido del agua al ver una aleta asomarse en la superficie, acercándose a la costa. ¡Joder! podrían avisar de que se te podía comer un tiburón. Cuando he expresado mi queja, la gente se ha reído, y es que no hay tiburones en aguas tan frías como éstas. Se trataba de un grupo de delfines. De todos modos entre los delfines y la cara de loco que tienen los pelícanos, se me han pasado las ganas de bañarme y nos hemos ido a comer ceviche, pescado crudo marinado en limón. He pasado de ser yo la comida de los tiburones, a ser el devorador. No me ha gustado mucho, así que cuando el camarero se me ha acercado a interrogarme por mi aparente falta de apetito me he adelantado preguntándole si esta comida engordaba, presumiendo que así se podría explayar hablando de lo saludable de su plato. Pero el camarero me ha contestado: No señor, ¿cómo va a engordar? el pescado está crudo, pero bien muerto. Es posible que el que engorde sea usted. Con lo que ya llevo dos planchas hoy, a ver si mañana estoy más fino.
Llegada a Lima
Llegada a Lima. Tráfico, ruido, panza de burra (cielo gris contaminado), música y sonrisas. Tras instalarme he ido a uno de los mejores supermercados que he visto jamás, un Wong, a hacer un poco de compra básica. Paseando por las atiborradas calles del hiper, me iban asaltando vendedores ofreciéndome distintos productos en promoción. Como soy un curioso y tengo poca vergüenza, he acabado comiendo una variedad de platos en pequeñas cantidades, como si fuera un menú degustación. Estoy planteándome dar primero una vuelta por el establecimiento para diseñar la correcta trayectoria que me permita comer los platos ofrecidos en el orden correcto, terminando con un dulce. De hecho, si estudio el plano de los Wong en Lima, podría comer todos los días en uno distinto sin levantar sospechas.Y es que los peruanos creen que el encanto está en tener "encantidad".
A viajar a tierras desconocidas
La tierra salvaje de un hombre, es el parque de recreo de otro. Citado
en el vigésimo primer capítulo de la segunda temporada de la serie Criminal
Minds: Estación Abierta.
Supermán
Superman se despertó. ¿Dónde estaba? Sus
ojos recorrieron la habitación, buscando desesperadamente una pista. Trató
de incorporarse, pero algo lo detuvo. Llamó, y una luz se encendió. ¿Dónde
estoy?, preguntó. Estás en el hospital psiquiátrico, y es la hora de tu
tratamiento, fue la respuesta.
¿A qué huelen las nubes?
Pronto tengo
revisión médica, y esta vez me toca que me miren la próstata. Así que estoy
pensando seriamente hacerme antes una operación de cambio de sexo. Porque si me
cambio de sexo, no tendré próstata, pero ¿tendré cada mes la regla? ¿Podré
montar a caballo? ¿A qué huelen las nubes?
La tía estaba como un queso
La tía estaba
como un queso. Mejor, como una tabla de quesos entera. Tenía el aspecto
desagradable roquefort, el olor rancio del manchego, la sosería de un Burgos, la
inconsistencia de un cremoso, y lo peor, las tetas como un par de mini-babybel.
Piel de vaca
Una señora se me acercó en la
calle y señaló a mi chaqueta de piel. "¿Sabes que una vaca fue
asesinada para hacer esa chaqueta?" me dijo. Yo le respondí en
un tono psicótico, "no sabía que hubiera ningún testigo. Ahora voy a tener
que matarte también".
Hegel y Epaminondas
Dijo Hegel
—creo que fue él, pero si no lo fue, que me demande por difamación— que lo
único que los hombres aprendemos de la historia es que no aprendemos nunca nada
de la historia. Esta paradoja tiene un nombre especial en lógica, es semejante
al planteamiento irresoluble de que el ateniense Epaminondas afirme que todos
los atenienses mienten. ¿Dice verdad o mentira?. Y con esto doy por satisfecha
la dosis anual de erudición pedante e innecesaria.
Don Nadie
Fui al bar y el camarero me dijo: ¿Qué te pongo?.
¿Cómo que qué te pongo?, le repliqué? ¿Qué es eso de tutearme? ¿Acaso usted,
camarero de bar, no sabe quién soy yo?. El camarero, avergonzado, se disculpó
argumentando que en ese momento no caía en quien era yo. ¡Lo que me faltaba por
ver hoy!, le grité. ¡No me reconoce! Y le di una de mis tarjetas. El camarero
la leyó en voz alta: Joan Feliu Franch. Calle San Joaquín, 39, Onda, Castellón.
Entonces le pregunté: ¿No pone nada más?. A lo que respondió extrañado: Pues
no, señor Feliu. No leo nada más aquí. Así que no tuve más remedio que admitir:
mierda, me temo que he vuelto a
levantarme siendo un Don Nadie.
El amante de la pintura
Conocí a un pintor que amaba tanto la pintura que
incluso se deleitaba con los olores a aguarrás de su estudio. Un día fue más
allá y comenzó a comerse los tubos de óleo. Comenzó con el azul de cobalto, y
siguió con los magentas y sienas. Los combinaba con barniz holandés, a cuya textura melosa no se
podía resistir, hasta el día en que decidió prescindir de las leyes de la
química, se sentó a la mesa y, ceremoniosamente, con cuchillo y tenedor, se
comió veinticuatro tubos de óleo y se bebió setenta y cinco centilitros de
barniz holandés. Le pareció todo delicioso. Se limpió con la servilleta, se
levantó y se fue a su rutina, pensando en su próximo cuadro. Desde entonces, su
piel se volvió más suave, y su aliento olía a renacimiento. Sus músculos se
tonificaron y sus huesos se volvieron más flexibles. ¡Ah! Y también se murió.
Masturbarse como un babuino
Aquella tarde
sorprendí a mi compañero de trabajo masturbándose como un babuino. Me pareció
un acto deleznable, sucio y miserable. Lo cual no me cuadra porque, cuando lo
hago yo es algo sublime.
Sigo odiando desmesuradamente a los ñus
Una de las
entradas más visitadas de este blog se titula “Odio desmesuradamente a los
ñus”. Dado que tal comentario ha despertado ciertas críticas hacia mi persona
entre las comunidades de ñus del mundo subsahariano, el otro día me fui a
hablar con su representante en la Plana Baixa. Y me lo comí. Lo siento, debían
de ser las 4 de la tarde y tenía mucha hambre. Como homenaje al ñu diré que no
era un ñu cualquiera, era un ñu de buena familia, su padre se había apareado con
unas 432 ñus, con las que había engendrado unos 522 ñus. Esto me lo contó a
modo de presentación, porque uno tiene unos estudios y antes de comérmelo le
dejé que se presentara. También me dijo que las cosas, a los ñus, les van mal,
porque los ñus nunca han tenido ningún privilegio de ningún tipo. Toda su
triste vida es igual: comen hierba, follan, tienen crías, comen más hierba, y
al final se los come un león o un cocodrilo. Es triste que tengan esa vida
cuando han demostrado ser lo suficientemente inteligentes como para no tener
políticos ni religión, con lo que no rinden culto a nadie, no hay un ñu por
encima de otro ñu, no hay quien les robe, no hay nadie que guíe sus pasos, sólo ellos mismos. Y en eso
están mejor que nosotros, porque nuestra vida también es triste: nace, aprende,
trabaja para otro, jubílate cuando el otro ya es suficientemente rico
y muere. En mi opinión nosotros lo tenemos claramente más jodido que un
ñu. Así que pensé, que le den, que yo tengo hambre.
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