Historia de mi nombre

Hasta los diez años más o menos me llamaban Joanet, sobretodo mis abuelos. A mis padres no les convencía mucho el nombre. Se le quedará así y es nombre de niño, decían. A los trece, con el cambio de voz, decidieron que Joanet ya no correspondía con mi talante, y que la versión castellana Juanito, o Juani, de uso íntimo, tampoco era adecuada, así que pensamos que el mejor nombre que me podía ir para la adolescencia recién estrenada era el de Juan. Pero este nombre perdió todo su prestigio justo el día que perdí la virginidad, cuando en pleno éxtasis, aquella chica me llamó Carlos. 

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