Miles de millones de años antes de que existiera la especie humana había ondas electromagnéticas y vibraciones mecánicas, pero los fenómenos cromáticos y auditivos no existieron hasta el día que un ser vivo, dotado de los correspondientes órganos sensoriales, subjetivó esas energías físicas en forma de fenómenos, esto es en forma de hechos de conciencia.
Gracias a las diferentes modalidades sensoriales que existen en el organismo humano, se nos hacen patentes cualidades diversas, como el color o el sonido, de los que muchísimos otros seres vivos no tienen ni idea.
Incluso para los que sabemos que existe el color, no tiene sentido preguntarnos por el color de las ondas electromagnéticas de longitud superior o inferior a las que podemos percibir. Esas ondas no tienen color.
Johannes Muller formuló la ley de energía específica de los nervios, según la cual la cualidad de la sensación depende del tipo de fibra que se excita y no de la clase de energía física que inicia el proceso.
Además, la percepción se desarrolla con la experiencia, esto es, constituye un hábito adquirido que no todos poseen por igual. No todo el mundo aprecia con igual percepción la distancia que nos separa de las cosas, de hecho cuando la distancia hay que estimarla verticalmente, de arriba a abajo, los errores son espectaculares, justamente por la falta de hábito.
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