Las ventajas del alcohol


Corolario de Amstel: la realidad es una alucinación producida por la falta de alcohol.
Se suele suponer que el consumo de alcohol afecta las facultades mentales de una manera negativa. A corto plazo eso es indudablemente cierto, la mayoría de la gente ha tenido la experiencia de beber hasta regresar a estados evolutivos simiescos, donde sólo las funciones cerebrales más básicas funcionan, emitiendo entonces gruñidos, babeando o caminando a cuatro patas. Esta condición es, afortunadamente, sólo temporal, y por lo general desaparece después de una noche de sueño reparador. Por desgracia, algunos científicos afirman que un consumo de alcohol prolongado invariablemente reduce las facultades mentales a  largo plazo. Esta afirmación errónea, afortunadamente, es fácil de refutar. Si consideramos que el cerebro es una red de células, a través de las cuales se intercambia información, y que esta red neuronal opera bajo las mismas condiciones, por ejemplo, que una red de ordenadores, debemos aceptar la premisa de que no se puede operar de manera considerablemente más rápida que lo que permita la conexión más lenta. Una red de ordenadores, con conexiones de fibras ópticas y superconductores no puede funcionar de manera óptima si contiene una conexión de teléfono analógico en algún lugar, pues produce un embudo que ralentiza todo el tráfico. Esto también se aplica a la neurología: el cerebro no puede funcionar más rápido que lo que permiten las células cerebrales más lentas. Si cuando los organismos son sometidos a estímulos nocivos, como el alcohol, resulta que los elementos más débiles sucumben en primer lugar, es obvio que el resultado final del consumo de alcohol es la muerte de las células más lentas, produciendo inevitablemente que el cerebro comience a trabajar más rápido y más eficientemente. Por lo tanto, lógicamente, se puede concluir que el alcohol a largo plazo en realidad aumenta la inteligencia. Erat demonstrandum. Gaudeamus igitur.

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