Jere: de la serie de escritos Amigos Artistas


Con la energía creadora proveniente de los clásicos, sabedor de que a los gustos se los come el tiempo, más que la genética, y consciente de que ser fiel a su arte es tan gratificante como agotador, José Manuel García Cerveró, Jere, sin dejar de trabajar, burla encastado, como siempre, las ásperas embestidas de las cambiantes modas.
Tanto en sus obras de bronce de dimensiones reducidas como en sus figuras y grupos de escala mayor, incluso en sus impacientes dibujos y acrílicos, su arte se mantiene dentro de un naturalismo inicial y cierto concepto pintoresco, costumbrista. Un arte de la forma que encuentra en el detalle realista y en los acusados contrastes de la luz y la sombra de los rasguños impresionistas del bronce, sus mejores efectos.
La obra de Jere muestra cierta nostalgia situada en el marco natural e histórico mediterráneo. Su mediterraneidad y el amor a la tierra son tan importantes como el dominio de la técnica tradicional del fundido y de la proporción, tanto de los ambientes como de las anatomías.
Una mirada superficial puede ver en el artista a un estudioso de la anatomía simplemente, pero lo que hace de Jere un gran escultor es su capacidad para revelar el alma. Su gran aporte es aprovechar sus mejores conocimientos técnicos para crear imágenes que expresen un sentimiento interno.
La elección de los temas de su obra combina la mayor o menor trascendencia con una dimensión social del arte consistente en el despertar de la conciencia histórica del espectador, y el consiguiente sentimiento de orgullo de pertenecer a una tierra y una comunidad.
Esta relación íntima entre lo significante y lo plástico se establece gracias a la elección temática y al singular procedimiento de construcción creado por Jere, que revela resoluciones estéticas situadas en la tradición artística pero, a la vez, en el punto de ruptura con los paradigmas convencionales de percepción, es decir, la forma en que el paseante ve la obra, poniendo de relieve un arte que solicita la intensa participación del observador.
La obra de Jere, en mayor o menor medida, siempre habla de nuestra historia y de nuestra tradición, también de nuestra manera de ser, asumiendo las complejidades del ser humano. Jere, en su particular visión, suele abordar temas recurrentes en la historia del arte, desarrollando y empleando la expresión del material para ejemplificar el juego de la existencia humana. Cuando lo descubres, es algo vigoroso, una especial relación conceptual formal entre la obra y el espectador.
Una obra que nos invita y convoca a incursionar en la admiración de un talento capaz de hacer brotar formas geniales cargadas de un profundo simbolismo, fortísimas raíces populares y mucha modestia y sinceridad.

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