Ojo por ojo

Frotando tiernamente su barriga de embarazada, la doctora Miralles subió al tren. Miró a su alrededor y vio que todos los asientos estaban ocupados. Nadie se ofreció a dejarla sentarse. De repente, uno de los pasajeros cayó de su asiento, con convulsiones. Necesitamos un médico, gritó alguien. La doctora Miralles se aferró a la barra para no caerse y simplemente observó.

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