Voy
a contar una historia pornográfica, lo advierto. Tienes que leerla como si
fueras ciego, pasando suavemente las
yemas de los dedos por cada línea, con los labios entreabiertos, deteniéndote
unos instantes hurgando en el hueco de la o, metiendo los dedos por debajo de
los pliegues de la m, saboreando los espacios entre las palabras, los
silencios, sin los cuales no habría tensión ni vértigo, sin desdeñar las
conjunciones ni todas esas palabras supuestamente menos importantes pero
imprescindibles para alcanzar el placer. Quiero que al llegar a lo esencial, lo
hagas sin prisa pero con pasión, que no te importe el temblor de la mano ni que
se te escape algún sonido incontrolado de la boca. Eso es, aprieta el dedo, casi
horadando el papel, deseoso de llegar al final y también de demorarlo. Así.
Así.
1 comentarios:
Ufffff!!! vaya capacidad...sin~táctica...Nos estremecemos ante tus telegramas.Abrazos
Publicar un comentario