Puestos
a elegir uno de los muchos sarcasmos con que el destino se mofa de nosotros, me
quedo con el caso de José Asunción Silva. A este insigne poeta colombiano sólo
le quedaban, de su en otro tiempo boyante patrimonio, diez pesos en la cartera
antes de pegarse un tiro en el corazón (un médico le pintó en el pecho el lugar
exacto de esta víscera para que no fallara) allá por el año 1896. Ahora son
miles los billetes que llevan su efigie impresa por todos los rincones de
Colombia.
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