Artículo de la columna "A veces oigo cosas", del semanario Arrels, publicado el 10 de agosto de 2013.
A veces oigo cosas sobre el valor
que me dan miedo. Yo no me considero una persona valiente, ni tengo ningunas
ganas de serlo, la verdad, sin embargo, ante situaciones de riesgo suelo
reaccionar con gran serenidad. Debo confesar que esta actitud no es
consecuencia de una especial madurez ni de una meditada tranquilidad de
espíritu, sino más bien de que normalmente no me entero de nada hasta que el
peligro ya ha pasado.
Como muchos de ustedes sabrán escribo estas líneas desde Perú, y durante
los cuatro meses que llevo aquí he pasado por varias situaciones que han puesto
a prueba mi valor. Les cuento que viajo asiduamente en autobús, y en uno de los
desplazamientos fuimos asaltados a pedradas con la noble intención de romper
las lunas, obligar a parar en vehículo y secuestrarnos, robarnos y vete a saber
qué más. Afortunadamente el conductor, aunque resultó herido por los cristales,
no se detuvo y continuó hasta que la policía, avisada por uno de los viajeros,
nos alcanzó haciendo huir a los malhechores. Mi comportamiento fue de una
serenidad pasmosa, de hecho fui durmiendo todo el trayecto y sólo me desperté
con las sirenas policiales. También se me ocurrió darme una vuelta como
mochilero por Ecuador, donde tuve la oportunidad de ver desde el “carro” una
procesión de gente que portaban troncos al hombro. Luego me explicaron que era
una manifestación contra la reforma agraria y que los troncos estaban
destinados a enfrentarse con la policía a garrotazos, habiéndonos salvado por los
pelos de que destrozaran el bus. Pero lo más espectacular aquí son los
terremotos. Llevo diez y siete contabilizados. Una vez me desperté porque la cama
se movía de un lado a otro, y lo primero que pensé fue: a) estoy convulsionando
en sueños; b) he sufrido una posesión diabólica; c) estoy convulsionando en
sueños porque he sufrido una posesión diabólica. Pues saben qué, que cuando te
miras en el espejo y compruebas que no estás echando espumarajos por la boca
con los ojos en blanco mientras recitas versos en arameo, un terremoto te
parece bien poca cosa.
Si Iberia lo tiene a bien, regresaré a Onda para el Salvador, y me iré
con los scouts a repartir granizado en la romería. Les aseguro que lidiar con
las hordas de fieles sedientas sí requiere valor, y siendo consciente de lo que
me espera, ahora sí estoy temblando de miedo.
2 comentarios:
y aún otros peligros de más difícil explicación.....
Tendremos que organizar una buena cena!
@jinquer Dalo por hecho.
Publicar un comentario