Un amigo me ha pedido que le escriba un texto para una
crítica de arte. Le he preguntado que cuántas palabras necesita, para ver lo
que le va a costar, que eso depende de las horas que me cueste parirla, y me ha
preguntado ofendido ¿pero me vas a cobrar? Es mi trabajo, le he contestado. ¿Y
los años de amistad? Me ha reclamado. A lo que le he dicho que no, que esos no
se los voy a cobrar, aunque debería.
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