Antonio Pérez Cano, de
nacionalidad española, casado, de 73 años de edad, fue corneado en la pierna
derecha en el séptimo encierro de los Sanfermines de Pamplona de este año, aunque el incidente ocurrió
realmente en Balham, al sur de Londres, mientras estaba comprando quesos.
Antonio Pérez Cano es natural de
Correpoco (busquen ustedes la población cántabra y verán como es real), razón
por la cual desde que se jubiló, y en un afán por reivindicar lo incoherente
del nombre de su villa natal, pasa las vacaciones de verano en Pamplona, donde
cada año y a pesar de su avanzada edad, desarrolla una impecable a la vez que frenética
carrera por las calles empedradas de la antigua ciudad de Pompelon (como la llamaron Estrabón o Ptolomeo)
delante de los toros.
Este año el señor Pérez Cano
cedió ante las críticas de su esposa, preocupada por los riesgos que su cruzada
toponímica suponía, y decidió disfrutar de las delicias del suroeste de
Londres, emprendiendo una gira por Tooting, Balham y Clapham, culminando el
tour pasando unos días en Brixton. Fue mientras visitaba Balham (que como
todo el mundo sabe es un barrio del suroeste
de Londres caracterizado por la simpleza de sus casas victorianas y sus
tabernas, al tiempo que posee una atmósfera amigable y una gran población
polaca) cuando
se produjo el incidente.
Siendo su esposa doña Catalina
Sánchez Carvajal una aficionada sin par, una fan, incluso una hooligan diría yo, de los quesos
británicos, especialmente del conocido como Primula, variedad del cheddar
famosa por llevar integrados trozos de jamón en el mismo, así como por su
consistencia y densidad que hace que pueda ser fácilmente aplicado sobre
galletas convencionales; y conociendo que es difícil de encontrar en el
continente, la señora Sánchez Carvajal solicitó vehementemente a su esposo el
señor Pérez Cano que se dirigiera presuroso a un supermercado local donde había
una oferta de dos por uno.
No se imaginaba el señor Pérez Cano
que se iba a encontrar con la zona de quesos invadida por una masa de
pensionistas autóctonos y miembros de una asociación vecinal polaca decididos a
comprar la mayor cantidad posible de tubos de tan delicado manjar. Fue durante
la refriega por el pinrel cuando don Antonio resultó corneado en la pierna por el
paraguas de doña Marjorie Hemingway, de 78 años de edad, de ascendencia
anglosajona como indica su apellido y su pelaje albahío, exactamente al mismo
tiempo en que los astados de la ganadería Fuente
Ymbro protagonizaban un dramático y agónico séptimo encierro de San Fermín. Una multitud de compradores situados en el callejón
que conducía al despacho de quesos bloquearon la entrada, causando un
angustioso tapón de gente y provocando, en ese tramo, al menos 19 heridos, aunque ninguno grave.
He de destacar que Ernest
Hemingway escribió sobre los encierros de Pamplona en su novela de 1926
The Sun Also Rises, publicada en
España bajo el título Fiesta. Hasta aquí sólo cabría alertar de la coincidencia
de apellidos entre el escritor y la agresora involuntaria, pero es que sorprendentemente
doña Majorie Hemmigway también escribió un artículo para el boletín del Instituto
Local Femenino titulado Get Free
Groceries en el que animaba a las personas a buscar gangas en los
supermercados locales por la mañana temprano. La novela de don Ernesto tuvo un
efecto sorprendente en la popularización internacional de los Sanfermines, al
igual que el artículo de doña Margarita en la presencia masiva de jubiladas en
los comercios de la zona.
Cuando se le advirtió de tal
efecto mariposa a don Antonio Pérez Cano, así como de la influencia del
apellido Hemingway en su vida, éste se encogió de hombros y declaró: “a veces
pasa”.
Publicado en Castelló al mes, octubre de 2013.
1 comentarios:
Aún así, como dicen los taurinos, más cornadas da el hambre.
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