Transcripción de la presentación de Amaury Suárez en el Cau de l’Art

Transcripción de la presentación de Amaury Suárez en el Cau de l’Art (Lucena, 17 de septiembre de 2011) con motivo de la exposición Tempus, que comparte con Pere Ribera y Jerónimo Uribe.
La transcripción es aproximada, pues el excelente vino Magmanimus que se sirvió tuvo dos consecuencias, por un lado me animó a permitirme ciertas improvisaciones, y por otro hizo que las olvidara al poco de pronunciarlas, así que la cosa fue más o menos así:
Amaury es cubano, de la Ciudad de la Habana, aunque hace ya más de 20 años que vive en España. Allí estudió y ejerció el magisterio, una profesión que de una manera u otra nunca le ha abandonado.
Le avalan más de 20 exposiciones personales, cerca de una centena de exposiciones colectivas y varios premios y reconocimientos. Pero, como pensarán todos aquellos que han sido objeto de sus críticas en estos últimos años, eso no significa nada. Él ya conoce mi anarquista visión de la cultura, así que: ahora estás en el escenario a la vista de todos, amigo.
Supongo que son muchos los artistas que quisieran ponerse en mi lugar ahora. También es público que, puesto que no somos la misma persona, aunque vamos camino de llevar el mismo estilo de peinado, Amaury y yo no siempre coincidimos en las valoraciones y las concepciones del arte.
Así que me he propuesto contentarme a mí mismo, decir lo que a mi me parece esta muestra y, supongo, no dejar contento a nadie.
Conocí la obra de Amaury no hace mucho en su estudio. Y creo que encaja, por una vez, en una exposición milagrosamente bien argumentada. En Amaury, como en Jerónimo y Pere, su pintura trasciende de la musicalidad poética. Si se fijan en sus cuadros apreciarán que manchas y rayos de color parecen escapar como el sonido de los instrumentos, rompiéndolos en mil pedazos diluyéndose y distorsionándose. Es como si pintara conciertos.
A mí me recuerda a Baudelaire, con esos cuadros con partes figurativas bien definidas y otras en un fuerte movimiento abstracto, cuando el poeta, en un verdadero ensayo precursor sobre el problema del arte en la modernidad, decía, en 1863, que “la modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, que es la mitad del arte, cuya otra mitad es lo inmutable”.
También, aunque no estéticamente, claro, me recuerda a Kandinsky cuando escribió Sobre lo espiritual en el arte, que contiene todas sus ideas sobre la abstracción. Si la música no utiliza sonidos reales de la naturaleza como el viento en las hojas, el murmullo de los ríos o el canto de los pájaros, ¿por qué no habría de hacer él lo mismo con la pintura? Decía Kandinsky. Música en los lienzos, vida interior expresada en colores y formas. Eso es lo que intenta transmitir Amaury.
Hay también algo, o mucho, de docente en su pintura, como si quisiera enseñar una lección de manera que fuera entendida claramente por el espectador. Confesiones de docentes: Debe de dolerle que hoy en día, todo el arte universal, la música compuesta por personas que se sintieron inspiradas por un don divino, por ejemplo, desfilen ante los ojos y oídos de todos, en la publicidad, la televisión, la radio, Internet, y sin embargo son ojos y oídos de gentes que ya no entienden de qué están hablando, bostezan ante la Casta Diva con una Norma que viaja en deportivo, ignoran que Leda fue poseída por Zeus y que Antinoo fue uno de los seres más amados de todos los tiempos. ¿Lo disfrutan? En todo caso no lo suficiente, o no conscientemente. ¡Qué pena!
Así que les advierto, si no nos detenemos a ver con extremo cuidado obras como las de estos tres monstruos acabaremos asesinando al romántico que todos llevamos dentro, pues es ésta una sociedad de mercaderes. Aunque todos conservamos aún, en el pliego más oscuro de nuestro corazón, la nostalgia de un tiempo en que esto no está del todo perdido.
Y me despido con un cuento: Érase una vez una serpiente que se enamoró de su encantador y lo miró tanto y tanto que acabó por encantarlo a él. Fin del cuento. Moraleja: Desde entonces, la flauta se ha hecho innecesaria para su espectáculo. El hipnotizador y la serpiente, únicamente emplean en su baile, su mirada. Gracias Jesús, gracias Elo, gracias Jerónimo y Pere. Y gracias Amaury por invitados a escuchar y bailar estas pinturas.

0 comentarios:

Publicar un comentario