Hoy me he
encontrado un billete de veinte euros, cosa que ha hecho que sea uno de los
días más felices de mi vida. La vida de ese billete y la mía han coincidido
durante unos instantes, hasta que los he cambiado por un bocata de calamares y
unas cervecitas. Pensaréis que soy un malgastador. Pues para los que piensen
eso, les diré que pueden tranquilizarse, no lo volveré a hacer. Entre otras
cosas porque se me ha atragantado un calamar mal rebozado y me he muerto, allí
en mitad de la calle. Os deberéis estar preguntando a dónde conduce esta
historia. Bueno, de hecho, lo que os deberíais estar preguntando es cómo cojones
escribo esto si estoy muerto. Pues es lo que tiene el mundo de la literatura,
que puedes hacer colar casi cualquier bola.
1 comentarios:
Y si no cuela, hay que hacer el tamiz más grueso, o la bola más pequeña.
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