Me echo de
menos mucho. Me echo de menos sudoroso bajo tu cuerpo; sonriente, al verte de
lejos; jaleoso, cuando, al fin, me llamas. Me echo de menos mucho carcajeándome
cuando eres graciosa; ruborizado cuando te muestras soez; ronroneante al tocar
tu piel al despertar. Me echo de menos a todas horas. Puede que contigo lo
consiguiera algún día pero ¿cómo hace uno para olvidarse de sí mismo?
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