Me encontré en
la fila en la caja del súper a una rubia preciosa sonriéndome, así que le
pregunté amablemente si la conocía. Ella me contestó:
-Me puedo equivocar,
pero creo que usted es el padre de uno de mis niños.
-¡Joder! -le dije- ¿eres la
stripper con la que me enrrollé sobre la mesa de billar en frente de todos mis
amigos en aquella fiesta loca?
-Pues no, -me contestó-, ¡soy la maestra de su
hijo en la escuela!
2 comentarios:
Ese concepto maternal de la maestra es realmente propio de los buenos tiempos, de la buena gente, del buen vivir.
Brindo por ello!
Muy bueno, muy bueno... Me lo apunto.
Un saludo.
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