Se hace saber, por orden del señor alcalde, que debido a las
protestas de la gente y al aproximarse la fecha por todos temida,
queda prohibido morirse. Los pueblos se quedan sin varones y
sin mujeres, y el pánico se apodera de quienes van a morir, así que hay razones
suficientes para tal prohibición. Al que trasgreda la ley se le condenará a la
pena de muerte para ejemplo y aviso de los demás ciudadanos.
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